miércoles, 25 de junio de 2008

Farabundistas abordo del Jet, crónica de un diabólico viaje al corazón del socialismo del siglo XXI


marsupialherdio, siempre a la caza de la verdad, infiltró a uno de sus colaboradores… Aquí una reveladora crónica sobre el maléfico viaje de los dirigentes rojos

Aeropuerto El Salvador. La dirigencia farabundista se alista a abordar el jet ultrasónico que lo llevará al corazón de Caracas, capital del maléfico socialismo del Siglo XXI.
Medios de prensa salvadoreños fotografían a los cabecillas rojos, mientras estos esconden sus rostros de los entrometidos reporteros y entre risas presentan sus pasaportes a sabiendas que la “libertad” que se vive en el país –garantizada por el glorioso partido ARENA- les permite semejante abuso de confianza.
Abordan el moderno avión y se posan en cómodos asientos forrados con piel de canguro, cazados por contrabandistas de armas australianos. Los mismos que sirvieron de contacto a las FARC, gracias a la oportuna ayuda de Merino.
Minutos después, el piloto les da una revolucionaria bienvenida y afirma que el “comandante” les espera en Caracas. Adelanta que la secretísima reunión con Chávez se realiza en el marco de la instauración del comunismo en las tierras de Farabundo Martí y que el apoyo será canalizado a través de las “partidas secretas” de la empresa Alba Petróleos de El Salvador.
El abrupto viaje dura unos 15 minutos, debido a la velocidad del súper jet chavista.
Ya en Caracas, una estampida de jóvenes bolivarianos –instruidos en técnicas de insurgencia- escoltan a los dirigentes rojos hasta el Palacio de Miraflores, centro mundial del nuevo “Eje del Mal”.
Los farabundistas han cuidado con recelo, durante todo el viaje, una maleta… ahora, la presentan a su comandante y entre risas Chávez pronuncia un cariñoso “conchale, vale”… “Camaradas hoy me han sorprendido”.
El maléfico Hugo Chávez abre la maleta, sus ojos cobran un brillo celestial… una a una saborea las ofrendas entre las que figuran, una caja de pollo campero, totopostes, pupusas revueltas y de cochinito –que tanto le gustan al comandante-, y una fotografía de Tony Saca, con sus respectivos dardos colorados.
Continúa con una alegría fatal al descubrir que entre la ostentosa galería de ofrendas también figura una libra de queso duroblandito, dos latas de semita mieluda y una dotación de horchata embolsada para que se haga sus respectivos fresquitos y brinde a la salud del diabólico Fidel Castro, su maestro en las oscuras artes del comunismo.

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